Por: Fabricio Rosero Vaca. fabricioperiodista@gmail.com
Es uno de los mayores enigmas de la humanidad. Millones de dólares se gastan diariamente para comprar la milagrosa fórmula. Hombres y mujeres viven obsesionados en la búsqueda del atajo perfecto. Pero nada ni nadie ha logrado el gran milagro de bajar de peso sin esfuerzo.
Un anhelo desde el origen de conocimiento
A pesar de que muchos aseguran que los medios de comunicación son los culpables de la generación de estereotipos de belleza, el verse bien, junto al sentirse bien, ya generaba preocupación desde tiempo inmemorables como en la antigua Grecia. Hipócrates, 460 años antes de Cristo, ya advertía lo que hoy parece olvidado “El hombre no puede vivir de manera saludable solamente a base de los alimentos sin una cierta cantidad de ejercicios”.
Pero fue Plutarco, discípulo de Hipócrates, quien consideraba que el cuerpo humano debe ser como un barco que no puede estar sobrecargado. Para el efecto aseguraba que la dieta era una opción adecuada para ese fin. ¿Y la diferencia con la actualidad? Ahí está el detalle, dieta viene del griego díaita que significa modo de vida y no un programa alimenticio específico.
El metabolismo perfecto
Pero para entender que los atajos no son posibles, hay que conocer cómo funciona el metabolismo. El aumento o pérdida de peso están relacionados con el metabolismo adecuadamente engrasado o no. Cuando se priva al organismo de alimentos, el proceso metabólico se reduce, para consumir menos energía. A fin de mantener el metabolismo naturalmente activo, lo correcto es comer cada tres horas.
El desayuno es catalogado como un alimento esencial dentro del proceso metabólico. Su ingesta permite la activación del metabolismo para un adecuado desempeño. La pérdida de peso está relacionada a la utilización de calorías con las actividades diarias con lo que se consume diariamente. Por eso, hacer ejercicio al menos tres veces por semana, permite la ingesta de 30% más de calorías.
Quemar grasa
Para adelgazar es necesario quemar grasa. El problema radica en que el proceso químico provoca la reducción de leptina lo que hace que el individuo sienta hambre.
Los jugos verdes una opción más que una solución
En el año 2005 Victoria Boutenko publicó el libro “Green for life” (Verde para la vida) en donde compartió que la alimentación de los chimpancés salvajes se basa en hojas y alimentos verdes lo que mejora su sistema inmunológico.
En el 2012 Kimberly Snyder, nutricionista de varias famosas, basada en los estudios de Boutenko, propuso la tesis de que el jugo verde altera el cuerpo desde dentro hacia fuera, ayudando a reducir el apetito y a renovar las energías.
Es así que el consumo de jugos verdes empieza a extenderse primero como una opción de perder peso hasta convertirse en un estilo de vida saludable, según Alfredo Halpern.
Pero a pesar de los beneficios que se le atribuye al consumo frecuente de jugos verdes, existe solo una contraindicación para las personas que toman anticoagulantes, por el exceso de vitamina K.
Sin embargo, a pesar de los múltiples beneficios atribuidos, los jugos verdes aun no logran el total reconocimiento científico. “A pesar de las tan aclamadas características positivas de ese jugo, no existe ninguna evidencia científica de que acelere el metabolismo, dé vitalidad y limpie el organismo”, sustenta Carol Koprowski.
Por eso, antes de embodegar la bicicleta para consumir litros de jugo verde recuerde al viejo Hipócrates y su milenaria sabiduría.
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