viernes, 21 de septiembre de 2012

Lobos de dos patas

Dicen que aun camina por las calles del centro, meditabundo, callado, con la mirada perdida y el rostro desencajado.
Por momentos mira al suelo, como buscando algo entre el polvo y la basura de una sociedad que olvida con la misma rapidez con la que ama y odia.
La gente pasa junto a él. Quienes lo ven, y lo reconocen, mejor se cambian de calle. Como si en su mirada difusa se reconocieran; y se asustan. Mejor prefieren seguir sin regresar a ver, Como que sin dar la vuelta nadie se daría cuenta que en el fondo así son o por lo menos así fueron.
Y continua su camino. Reflejando su apariencia entre los ventanales brillantes de almacenes lujuriosos ofreceindo eso; lujuria y deseo. Pero no la de la carne, esa que es mágica, sino la de la máscara que nos convierte en alguien que no somos y nos permite encajar en una sociedad desencajada.
Su recorrido termina en la puerta de una iglesia; se sienta, escucha y con malicia se rie. Todos dicen que esta loco, pero está más que cuerdo. Es que su presencia lo convierte en cómplice de una mofa y de una falacia. Es que los mismo que se cruzaron de vereda al verlo, llegan y se arrodillan, rezan u oran tal sea el caso.... en definitiva se "arrepienten".
Cómo no reirse,  piensa, si ese show rasga lo absurdo, si cuando ven al que no tiene aseguran tener menos y saldado "compromiso", igual con el enfermo, afirman sentirse peor y listo. Si alguien busca su hombro lo amargan con más problemas y lo hunden.
En pocos minutos, se asquea y se marcha. Piensa que el que está en la cruz no se merece ese espectáculo . Pero ¿qué puede hacer?, piensa, si el man - como le dicen los jóvenes o los ateos ilustrados- está ahí clavado, más torturado por la hipocresía que por los clavos.
Huye de ahí y regresa a su sitio, un montón de basura compuesta por cartones fundas y costales. Se acuesta y se introduce en esa otra realidad. Eso sí, bien cobijado. No solamente porque en la madrugada el frío de la interperie mata, sino también para evitar que dormido le coman los perros.
Y a pesar de eso, en el umbral de la puerta principal del mercado Amazonas, se siente más seguro, porque los perros son peligrosos, pero peor son los lobos, esos de dos patas.

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